Germaine Acogny es una de las bailarinas y coreógrafas africanas más queridas y reconocidas, el orgullo de toda una nación, incluso podríamos decir de un continente. La madre de la danza africana contemporánea nació en 1944 en la capital Porto-Novo de Dahomey, que se convirtió en Benín en 1975. Emigró con su padre a la tierra de la Teranga cuando era una niña de sólo cuatro años.
Descendiente de una sacerdotisa vudú de la etnia yoruba, Germaine Acogny explica que gran parte de su herencia gestual procede de su abuela. Desde muy joven animaba el patio del colegio con sus bailes, quedando patente su vertiente artística.
Imitaba a los árboles, y los otros niños la trataban de loca, pero aun así quedaban cautivados por su gracia y creatividad y continuaron yendo a buscarla para bailar. En 1962, ingresó en la Escuela Simon Siegel y se graduó tres años más tarde, en 1964, con un diploma en educación física y deportiva y gimnasia armónica.
A su regreso a Dakar, en 1968, Germaine Acogny fundó su primera escuela de danza africana. Allí perfeccionó su técnica de danza africana moderna. Este fue el periodo de gestación del estilo único y reconocible de la madre de la Danza Africana Contemporánea.
Germaine Acogny, bailarina y coreógrafa con diversas influencias
Germaine mezcla varias influencias con maestría. Siendo el ingrediente principal, la herencia que recibió de su abuela. Pero también su formación en danzas tradicionales africanas y occidentales.
En los años setenta, junto con otro gigante de la cultura senegalesa, Doudou Ndiaye Rose, fundó Les Majorettes du Lycée Kennedy, que reúne a una cincuentena de jóvenes y que desde entonces se ha convertido en una auténtica institución.
Su talento la impulsó a convertirse en directora artística de Mudra Afrique en 1977, una estructura creada por el presidente senegalés Léopold Sédar Senghor y el bailarín estrella francés Maurice Béjart. Mientras estaba bajo su dirección , dedicó tiempo a escribir su libro de referencia: Danse Africaine. Publicado en 1980, fue traducido en tres idiomas.
El periodo en Mudra Afrique
Tras el cierre de Mudra Afrique en 1982, Germaine emigró a Bruselas con la compañía de Maurice Béjart (quien se refería cariñosamente a ella como “su hija negra”). Allí organizó talleres internacionales de danza y perfeccionó sus conceptos.
Junto con su marido, Helmut Vogt, fundó el Studio-Ecole Ballet-Théâtre du 3ème Monde en Toulouse en 1985. A continuación, trabajó en París durante tres años, de 1997 a 2000, como directora artística de la sección Danse d’Afrique en Création y de los Rencontres Chorégraphiques de Danse Africaines Contemporaines de París.
Esta experiencia se enriquece a su regreso a África y más concretamente a Casamance, en la tierra de sus antepasados, en el pueblo de Fanghoumé. El éxito de esta experiencia traspasó las fronteras de Senegal y atrajo a aprendices, bailarines profesionales y no profesionales de todo el mundo.
Germaine y L’école des Sables
Germaine fundó la asociación Jant-bi junto con su marido, en 1995, y l’École des Sables en el pequeño pueblo de Toubab Dialaw. Se ha convertido en una verdadera institución y centro internacional de danzas africanas tradicionales y contemporáneas. Germaine ha hecho de esta escuela un lugar de intercambio y encuentro entre bailarines africanos e internacionales.
Cuando se le pregunta por su trayectoria y por lo que significó para ella abrir su escuela Germaine dijo: “Creo que estaba destinada a abrir esta escuela y doy las gracias a mis antepasados y a las fuerzas de la naturaleza. Quiero que la École des Sables continúe y que los jóvenes africanos ocupen su lugar y estén orgullosos de su África. “Pero también y sobre que sea un lugar de diálogo intergeneracional. Como le gusta recordar, citando un proverbio africano, “un anciano sentado ve más lejos que un joven de pie”. Para el futuro, debemos unir nuestras fuerzas.
Germaine Acogny se ha convertido en uno de los baobabs gigantes más relevantes de la cultura africana. Ha bailado y coreografiado con los más grandes y ha enseñado en todo el mundo. Se ha convertido en una de las mayores emisarias de la danza en particular y de la cultura africana en general. Recibió el León de Oro en la Bienal de Venecia de 2021, en reconocimiento a su obra.
Para ella, “aprovechar la diversidad y la riqueza cultural libera a los bailarines, pero también les ayuda a tomar decisiones que guiarán sus vidas”. Porque la danza es movimiento, circulación y vínculos.
Su vida es digna de una estrella brillante. Que, ante todo, es una gran y hermosa estrella fugaz.